Trichophycus pedum
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Supereón: Precámbrico.
Sistema: Ediacárico.
Formación: Stáhpogieddi.
Procedencia: Digermulen, municipio de Vagan, condado de Nordland, Noruega.
Medidas de la placa: 17 cm x 11 cm
Trichophycus pedum (también, Treptichnus pedum) se considera el primer icnofósil complejo ampliamente extendido. Su aparición más temprana, contemporánea con el final de la fauna de Ediacara, se ha utilizado para definir el límite entre los períodos Cámbrico y Ediacárico. Sin embargo, desde entonces ha sido descubierto por debajo del límite.
Trichophycus pedum se considera un animal más complejo que los pertenecientes a la anterior fauna de Ediacara. El icnofósil tiene un patrón bastante complicado y distintivo en torno a un hueco central, a veces sinuoso o en bucle. El organismo lo formó mediante sucesivas excavaciones entre los sedimentos en busca de nutrientes, generando un patrón que recuerda a un ventilador o a una soga retorcida. Es posible que se haya formado por excavación justo por debajo la superficie en vez de perforación vertical.
El animal presumiblemente carecía de elementos anatómicos duros, tales como conchas o huesos, pues sólo se han encontrado las huellas de sus excavaciones. Su morfología y relación con los animales modernos, por lo tanto, son desconocidas, y algunos incluso discuten su inclusión en el reino animal.
El Ediacárico comienza hace unos 635 millones de años y finaliza hace 542 millones de años (es seguido por el Cámbrico). Los restos más antiguos pertenecientes al reino animal se conocen a partir de este periodo, hace unos 570 millones de años, y es famoso por su "fauna ediacárica". Esta fauna consistía en organismos pluricelulares con características morfológicas y fisiológicas distintas a los organismos posteriores. Todavía no habían desarrollado caparazones o esqueletos y su relación con los organismos actuales o incluso con los posteriores a la explosión cámbrica es difícil de interpretar. Los tipos más comunes se parecen a gusanos segmentados, frondes, discos o bolsas inmóviles. Dado que los fósiles no muestran mucho sobre su posición en la línea evolutiva, es posible que su origen e historia jamás se descubran.
Se han descrito más de cien géneros ediacáricos, entre los que se incluyen Kimberella, Aspidella, Dickinsonia, Charnia, Trichophycus, entre otros. Existen muchas teorías sobre la identidad de estos organismos. Una hipótesis, que parece bastante acertada pero aun así causa polémica, sobre esta fauna, propone que estos organismos no eran animales (organismos eucariotas (células con núcleo diferenciado) pluricelulares con tejidos diferenciados) sino organismos procariotas (células que carecen de núcleo diferenciado, más pequeñas y simples) formados por varias células, sin cavidades internas ni tejidos diferenciados.
Así, el final de la aún misteriosa fauna de Ediacara pudo haber estado unido con un fenómeno breve y catastrófico, que hizo desaparecer a la gran mayoría de estos organismos complejos, abriendo el camino a la gran «explosión de vida» que marca el inicio del Fanerozoico: la llamada “explosión cámbrica”.
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